“Ser nosotros mismos nos causa ser exiliados
por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa
exiliarnos de nosotros mismos.” Recuerdo que la primera vez que leí esta frase
de Clarisa Pinkola pensé que encerraba
uno de nuestros grandes retos como seres humanos.
Ser nosotros mismos. Ir conociendo nuestro yo interior: cómo
soy, cómo me comporto, qué quiero, qué es importante y valioso para mi.
Somos seres únicos, con experiencias, pensamientos,
opiniones diferentes.
Cuando buscamos aprobación, cuando nos
comparamos, cuando nos juzgamos, a veces duramente, nos exiliamos de nosotros
mismos, nos alejamos y nos perdemos entregando pequeños trocitos de nosotros,
pequeños trozos de nuestra valía personal.
Para recorrer el camino inverso e ir en nuestra busca, para
volver a encontrarnos,
tendremos que observarnos ante el
espejo detenidamente y buscar todas esas
potencialidades que
muchas veces tenemos escondidas bajo nuestros miedos y hábitos.
Cuando uno logra de nuevo conectar consigo mismo se
vuelve más creativo y las preguntas cambian: ¿qué significa para mí? ¿Qué es
importante para mi? ¿Qué necesito?
Para ello es necesario abandonar las barreras
defensivas con las que nos hemos protegido, abrir las ventanas desde las que
hemos estado mirando la vida y experimentar lo que ha estado oculto en el
interior. Así podremos llegar a convertirnos en personas con más confianza, más abiertas a la vida,
conectados a nuestras emociones y pensamientos, sin juicios ni comparaciones.
Cuando nos aceptamos
como somos, experimentamos paz y serenidad. Aceptarnos es el punto de partida
para todo lo que queramos construir y para poder vivir plenamente.
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