El término
“estrés” ha pasado a formar parte del lenguaje cotidiano. Leemos y escuchamos sus efectos sobre el
organismo, sobre nuestra mente y nuestras emociones.
En este mundo
repleto de prisas y de competitividad
vivimos la mayor parte del tiempo procurando controlar que nuestros planes lleguen a
buen puerto y cuando ocurre algo imprevisto, nos estresamos y nos irritamos. Lo
imprevisto no aparecía en nuestros planes.
A menudo nos pasa que con la mente
queremos controlar y dirigir tanto lo que deseamos conseguir, que generamos
agotamiento y estrés desconectándonos de nuestras capacidades naturales.
Por ello, una
parte importante para sobrevivir a estas situaciones está en la autoconciencia,
en ser conscientes de que vivimos en un mundo en constante cambio y ser capaces
de aceptarlo.
Utilizar alguna técnica de
relajación, "conectar con el presente" aprender a respirar y a parar
en nuestro día puede ayudarnos a manejar mejor el estrés y finalmente a hacer
las paces con nosotros mismos.
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